LA HISTORIA

Emily y Jens son una joven pareja que vive con sus dos hijos en un bonito apartamento en Taiwán. Los padres, que han pasado la mayor parte de su vida entre Estados Unidos y Alemania, valoran mucho la casa de concepto abierto, que prioriza la amplitud por encima de todo. Como la mayoría de las familias, tenían grandes planes cuando instalaron el televisor en el salón, ya fuera para trabajar, entretenerse o aprender. Aunque la pandemia les recordó la importancia del tiempo de calidad en casa, también les hizo darse cuenta de lo incómoda y limitante que era la distribución de su apartamento.

Emily es una profesora de fitness que imparte clases online desde la comodidad de su casa. Con el televisor demasiado lejos del espacio del gimnasio en casa, depende únicamente de su teléfono y de un iPad de 9 pulgadas. Las pequeñas pantallas la obligan a interrumpir regularmente su rutina para controlar la postura de los alumnos, lo que interrumpe el flujo de la clase.

Como madre activa, Emily también quiere asegurarse de que los niños están prestando atención a sus lecciones online de la tarde mientras ella prepara la cena. Como la pantalla del televisor apenas se ve desde la encimera de la cocina, los pequeños asisten a las clases desde las pequeñas pantallas de sus iPad o portátiles cercanos. Esto disminuye su capacidad de atención y les provoca malestar visual.